La blefaroplastia o cirugía de parpados es la operación que realiza el otorrinolaringólogo con el objetivo de mejorar el aspecto estético de los ojos, mediante la eliminación de la piel en exceso del párpado superior y/o la eliminación de las bolsas de grasa de los párpados inferiores, lo cual primordialmente disminuye el aspecto cansado de la mirada aún en pacientes jóvenes.
Con el paso del tiempo, las fibras elásticas y el colágeno de la piel se van perdiendo, lo que genera una disminución progresiva de la elasticidad de la piel, generando, por un lado, un aspecto de exceso de piel del párpado superior y un abultamiento de la grasa del párpado inferior.
La cirugía se puede realizar con anestesia local y ligera sedación, sin necesidad de hospitalización y con una recuperación rápida, sin embargo, siempre es importante analizar cada caso de manera personalizada en búsqueda de enfermedades oculares como el aumento de la presión de los ojos, enfermedades de la tiroides, problemas de resequedad o alteraciones de la agudeza de la visión.
La piel de los párpados es muy delgada y por lo mismo, posterior a una cirugía de este tipo, casi nunca presentan cicatrización inadecuada, sin embargo siempre debemos evaluar antecedentes de problemas de cicatrización en otras regiones para valorar el tipo de cortes o abordajes que se realizan o incluso el uso de otros tratamientos como apoyo durante la recuperación.
También debemos valorar si el párpado inferior presenta buena fuerza muscular para no debilitarlo durante la cirugía y evitar complicaciones posteriores.
La cirugía de párpados
Normalmente nosotros utilizamos anestesia local (similar a la del dentista) en los procedimientos de blefaroplastia, evitando la necesidad de un quirófano y acelerando la recuperación, ya que no requiere de recuperación en habitación ni hospitalización. La cirugía comienza marcando con plumón las áreas de exceso de piel y la localización de las bolsas de grasa a eliminar, posterior a lo cual se aplican cantidades pequeñas de anestesia con agujas muy finas para evitar mayor molestia.
Una vez que el tejido pierde sensibilidad se comienza a retirar el exceso de piel mediante cortes finos con bisturí, acompañados por corte de radiofrecuencia, tecnología que genera calor localizado y ayuda a que el sangrado sea mínimo y la recuperación más rápida. Las bolsas de grasa se localizan en la profundidad del párpado, las cuales se retiran jalándolas ligeramente y cortando mediante tijeras finas y aplicación de la radiofrecuencia para evitar que sangren.
Al final, se colocan suturas (hilos) en el párpado superior por debajo de la piel para hacerlas menos visibles y así no dejar marcas en la piel durante la cicatrización. Estos hilos se retiran a los 10 días aproximadamente. Muchas veces, si no hay un gran exceso de piel en el párpado inferior, no se requiere colocar estas suturas.
Después de la blefaroplastia
Inmediatamente después del procedimiento se colocan ungüentos con antibiótico y antinflamatorios en los ojos y cremas antibióticas en las heridas, poniendo sobre ambos ojos compresas heladas para disminuir los moretones y la inflamación. En casa debemos continuar por al menos dos días más la aplicación casi constante de frío sobre los párpados, y se debe dormir elevando la cabecera de la cama ligeramente, ya que es el periodo en donde se genera mayor hinchazón.
Usualmente, debido a la inflamación posterior al procedimiento, el flujo natural de las lágrimas, así como su producción disminuyen ligeramente por lo que los ojos tienden a resecarse, por lo que es fundamental aplicar varias veces al día y durante al menos la primera semana lágrimas artificiales y por la noche ungüento lubricante, el cual también se debe aplicar en las heridas.
Es importante evitar actividades físicas durante las primeras 48 horas, y aunque no es necesario estar postrado todo este tiempo, durante las primeras dos semanas se debe evitar levantar objetos pesados, inclinarse hacia adelante o realizar esfuerzos, para reducir la posibilidad de sangrados y moretones.
Complicaciones de la blefaroplastia
Las complicaciones de este procedimiento son infrecuentes, siendo de las más comunes la conjuntivitis seca en la que el ojo pierde temporalmente su capacidad de lubricación y puede llevar a que la capa más superficial del globo ocular se lastime por el contacto del aire constante. Esta alteración, detectada a tiempo y manejada con lágrimas artificiales y ungüentos por la noche tiene una evolución satisfactoria y sin dejar secuelas.
Los hematomas son acumulaciones de sangre bajo la línea de la herida o el espacio alrededor de los ojos. Si la acumulación ocurre sólo debajo de la herida, ésta se reabsorbe por sí sola sin mayor problema, sin embargo, si la sangre se va a los espacios que rodean al ojo, se puede producir compresión y lesión del ojo, aunque en la práctica es extraordinariamente raro que ocurra este problema.
Pueden existir infecciones en la herida o problemas de cicatrización que, como habíamos comentado antes, son raros y si se realiza una buena valoración inicial, no se debería de presentar en prácticamente ningún caso; en casos en los que así ocurriera, existen alternativas de tratamiento para resolverlos sin dejar secuelas o alteraciones a futuro.
Conclusiones
Como podemos ver, el rejuvenecimiento del complejo de los párpados mediante blefaroplastia requiere de una buena valoración previa a la cirugía, lo que permite establecer un plan de trabajo adecuado para cada paciente y cada tipo de párpados, si asociamos este procedimiento con tratamientos complementarios, llevamos a cabo un buen control y cuidados posteriores al procedimiento, el resultado deberá ser satisfactorio y se mejorará de manera importante el aspecto cansado de los ojos.